sábado, 17 de enero de 2015

Mar

Hace poco me asomé por la ventana. Era de noche y llovía. Yo sólo quería respirar tranquilamente pero de repente la lluvia se convirtió en un imán y miles de recuerdos se amontonaron en mi cabeza.

No sé qué pasa pero la melancolía no me visita: me agrede. No llama, entra, me empuja y me incita a la tristeza. Sumisa, la dejo pasar, me dejo caer, me pongo a llorar y me dejo llevar por todos los recuerdos, parándome en aquel que, incluso cuando llovía, olía a mar.

Entonces sólo podía ver la mar, la misma que me acunaba, protegía y dejaba ser libre.

Y es que el mar

es sólo 

para

a

mar
.