viernes, 5 de julio de 2013

Título de la entrada.

Estás en frente de la puerta. Te noto nerviosa, estas cosas no te gustan, ¿Verdad?. ¿A caso a alguien le gusta entrar en la consulta del psicólogo para que te digan todo lo que tú ya sabes?
Mantén la esperanza.
Lo único que no sabías era que la esperanza podía mantenerse. Pero tú ya no tienes esperanza alguna.

Entonces entras. Te sientas frente a la señora de grandes ojeras. Una psicóloga cansada, que a penas duerme, te repite todo lo que hay en tu cabeza. Sólo quieres intentar explicarle ese dolor del pecho que no se marcha pero ella te repite lo normal que es.
Quieres que desaparezca, para siempre. Que nunca más vuelva, que los antidepresivos no tapen el dolor. Sólo que se vaya y no regrese.

Como hizo él.