martes, 28 de mayo de 2013

Un sol, un cielo y mil maneras de desaparecer.

Recuerdo aquella tarde observando la puesta de sol entre las montañas.

En aquel instante, me vinieron a la mente las puestas de sol en el mar de mi infancia y me di cuenta de que había una gran diferencia:

Nuestras diferencias.

Uno cae al mar, apagado, rendido, delatado por la luna. Sin ganas de luchar. Sólo uno es delicado para dejar su esencia.

Otro, se esconde tras las montañas, dando paso al tiempo, impotente, con ganas de salir, dejando su rastro de luz. Duro.

Después de mi metáfora me pregunté de qué manera podíamos convivir.

Justo después de la pregunta, decidí hacerla retórica.
No quería contestarla.

No todas las preguntas deben ser respondidas.

Ahora sólo me pregunto que día cambiaremos los dos.

De manera retórica, también.