jueves, 4 de abril de 2013

Palabras perdidas en sombras recónditas.

No era el amanecer más claro,
ni la tarde de otoño riendo entre tus brazos.
No había gotas de rocío,
ni paseos largos por el río.
La luna no se asomaba,
ni esperaban las horas para dar el alba.
Mis manos no recorrían tu espalda,
ni luchaban por nuestras miradas a capa y espada.
Sin luchadores,
perdedores.
Te perdí.
Te perdí como los pétalos de margarita:
Que por dar paso al azar, sopla el viento y te los quita.