domingo, 31 de marzo de 2013

Capítulos de una vida.

(...)

-¡No! ¡No quiero estar sin ti  aunque pueda estarlo!. Me niego a renunciar a una persona que me llena, que me enseña y aprende.Quiero quedarme a tu lado, sentirte cerca y poder tocarte siempre que se me antoje.
Me gusta escucharte. Sobre todo cuando me susurras al oído alguna tontería, sentir que sonríes en un beso, notar tus manos buscándome, tan perdidas como las mías.
Me siento llena contigo, no pienso renunciar a todo lo que hemos construido simplemente porque tengas miedo.
Yo no lo haré pero, si lo haces tú, es otra cosa.

Entonces vi como ella, sin ver nada, bajaba la mirada. Ella tenía miedo de que yo sí pudiese renunciar. El mismo miedo que yo.

Cuántas veces imaginé éste momento. Pero imaginarlo no servía de nada, fue peor cuando ocurrió.
Me encontraba entre la espada y la pared, pero sin espada ni pared. 
Yo tenía miedo, pero la quería. ¡Qué iba a saber yo de relaciones así! No estaba acostumbrado y el temor se apoderaba de la situación.

-Yo no quiero renunciar a ello, Luz, pero ya sabes que llegaría a este punto.

-No te mientas, yo no sabía nada.

Siempre estaba igual, no te mientas. Cuánto puedes llegar a odiar una verdad. Me sentía despreciable, pero realmente no sabía si continuar con la relación iba a ser lo más seguro para los dos.
Entonces, ella intervino de nuevo, rompiéndome todos los esquemas, entrando en lo más profundo de mis sentimientos, dándome una patada giratoria justo en el corazón.

-Voy a luchar por esto. Sabes que para mí, la vida se basa únicamente en luchar por uno mismo, adaptándose a las circunstancias. Me adapté a ti y he estado luchando por los dos tanto como he luchado por mí. No voy a dejar que la situación se vaya, no se trata de hojas en otoño, sino de las raíces que permanecen.
Luchar por algo que deseas es como dejar marchitarse la flor más preciosa de la primavera: inevitable.

(...)