lunes, 21 de febrero de 2011

El despertador suena, como cada mañana a las 7.15 pero, si de ti dependiese, hoy no te despertarías(ni ayer, ni hoy, ni mañana...)
La ropa de siempre, las botas de siempre, los libros de siempre y la misma cara.
Llegas tarde, como de costumbre, te sientas en el mejor sitio de la clase. Privilegio de tener la estufa al lado y la ventana, lástima que esté alta y no puedas mirar la calle, pero ves el cielo. En cierto modo te alegras.
La profesora te llama la atención, los libros coño, los libros. La mochila, en el suelo, ahora pesa menos.
La música en tu cabeza, como si de un reproductor mp3 se tratase, va pasando, canción tras canción de los grupos que te gustan. No te conformas, quieres más y te pones los cascos. Suerte que tienes el pelo largo.
El cielo se nubla y ahora es cuando te da rabia no poder mirar la calle, te encantan las aceras encharcadas.
La profesora te pilla los cascos. Resignada, te los quitas y los guardas dentro de la mochila. Zorra piensas.
Es todo lo mismo, como cada día, tan monótono. Todo te da igual, indiferencia. Los cambios te llaman a gritos. Ignoras, casi siempre tienes los cascos puestos.
Un día soñaste con algo diferente y quieres algo diferente. Algo a lo que poder aferrarse y no sentir todo de la misma manera.
El problema eres tú.
Un día decidiste dejar de soñar y te despertaste a las 7.15, aunque si de ti dependiese, no te levantarías.