miércoles, 2 de marzo de 2011

Hola, soy Re, una hormiga.
Siempre he soñado con recolectar mi propia comida para el invierno, modificarla y mostrársela a los demás.
Decidí esto viendo a una de las mejores hormigas del mundo preparando la colecta para las demás y no morir de hambre en los fríos días que pasamos desde el mes de octubre hasta marzo.
Fue mi mayor deseo enseguida que lo vi y quise seguir sus pasos.
Empecé con unas amigas más y la profesora. Las primeras clases fueron para ayudar a identificar los alimentos y días después nos decían como era la forma correcta de mezclarlos, dado que algunos sabores no eran compatibles con otros.
Poco a poco decidí tomarme algunas prácticas por mi cuenta, hojas, pipas, migas que encontrábamos por los suelos... pero como siempre, estaban las hormigas, las que se creían mejor, y decían que si pensaba realmente hacer algo con eso. Yo les respondía con poca fuerza, pues a penas las conocía. Aún así estaba dispuesta a seguir adelante.
Pasando los días animé a mi familia a probar mi comida, pero les disgustó. Me sentí muy triste, ya que había puesto todo en ello. Nadie parecía darse cuenta de mi esfuerzo día tras día en eso.
Las hormigas seguían desanimándome, que daba asco lo que hacía... que eso no era comida... aquello en lo que ponía tanto empeño.
Sacando fuerzas de mi interior, seguí adelante. Insistí en salir más lejos para buscar comida, me dieron el permiso y probé con algo nuevo.
Por lo que vi, a la gente no le disgustaba tanto, tal vez porque sólo veían como lo preparaba.
A veces, recordaba cuando el hormiguero decía que parase, que no. Me desanimaba día tras día, pero yo quería llegar a ser como aquella hormiga que cocinaba tan bien para deleitarnos en los días de invierno.
Pero yo no me rendí. Pienso dar lo mejor de mi existencia como hormiga y hacer callar todas esas bocas que hace poco hablaban
Espero con ansias el día en que les sirva la comida y degusten el plato.