jueves, 5 de agosto de 2010

Me gustaría que lloviese. Sinceramente, echo de menos las tardes frías. No por el hecho de que estemos ahora en verano, sino por el placer de salir a la calle abrigado, oler el frío, y sentir ese escalofrío recorrer toda tu espalda.
En realidad, el verano me gusta por la despreocupación de todo el mundo por las cosas que realmente importan y no están en ese momento, y por la preocupación de las cosas sin sentido, dado que el aburrimiento invade nuestras mañanas, tardes y noches. Por las caras de alegría de la gente, por el sentimiento de libertad.
Pero el invierno es íntimo, cada uno con sus cosas, despreocupándose de los demás y preocupándose por uno mismo, por lo que realmente nos importa y nos daña.
El invierno es egoísta. El verano es generoso, hay veces que demasiado.
No quiero volver a la rutina, eso está claro. Pero quiero que vuelva el frío(no ese intenso que se cala en los huesos y te impide hasta andar), el olor a frío, el sentimiento de frío, ser frío uno mismo. La calidez me vuelve débil.

"Cuando vemos siempre a las mismas personas terminamos haciendo que pasen a formar parte de nuestras vidas. Y como ellas forman parte de nuestras vidas, pasan también a querer modificar nuestras vidas. Y sí no somos como ellas esperan que seamos, se molestan. Porque todas las personas saben exactamente cómo debemos vivir nuestra vida. Y nunca tienen idea de cómo deben vivir sus propias vidas."
EL ALQUIMISTA P. Coelho