sábado, 7 de agosto de 2010

Despertando de ése largo sueño, Carla aún podía sentir los brazos cálidos de Sebas rodeando su cintura y trasmitiendo con esos ojos la mirada que siempre había deseado ver.
Qué buen sueño se repetía a si misma aún sabiendo que seguía inmersa en aquellas imágenes que, ojalá hubiesen durado una eternidad.
La sonrisa de Sebas era única, las palabras dulces y la mirada tan acogedora...
Nunca había soñado algo así. Sebas solía aparecer de vez en cuando por sus sueños como figurante o actor secundario sin haberle causado mal alguno. Pero esas imágenes volaban por su cabeza repitiéndose como el eco pero siempre con la misma intensidad, aportándole así un mayor sufrimiento en el recuerdo.
Sería de hipócritas mentirse. Odiarle. Ella no podía odiar a alguien que anteriormente había sido tanto para ella y, Sebas, fue el que manejó su vida meses atrás.
Y Carla, repitiendo en su cabeza cada imagen, sueña con el sueño, evitando pensar en que ojalá, algún día esas imágenes formen parte de los recuerdos vividos.