No hay reencuentro sin un poco de melancolía. Sentirse azul como el mar era normal pero nunca fue tan azul como aquel día en la orilla. Paso a paso dejaba atrás la montaña de emociones y se adentraba en la profundidad de la calma, de la vida, del sentir sin pensar. Encontrándose
Azul, como Rubén Darío, era poesía en aquel mar.