Mi vida es
una habitación
con muchas puertas.
Puertas que
me llevan a
más habitaciones.
Habitaciones
con
muchas más puertas.
A veces, cierro algunas,
miro
y decido no cruzar.
Otras, me niego
rotundamente
a intentar abrirla.
En muchas ocasiones me equivoco
al abrir y al cruzar
la puerta.
Pero sé que en la mayoría
acierto
sin pensarlo.
Porque cuando la abro
ahí
vuelves a estar tú.
Con la luna de tu sonrisa.