lunes, 3 de septiembre de 2012

Autorretrato.

La gente le decía que lo que hacía no era normal.
Pero ella... ¿Ella qué iba a entender? ¿Qué es normal? Que alguien se lo explique.
Cada día se hacía añicos. Día tras día perdía su fe en encontrar una definición para la normalidad.
Buscó en sus muñecas, buscó en sus brazos, buscó en sus piernas, buscó en el vacío que le regalaba, la vida, cada día. Buscó, incluso, en lo más profundo de sus intestinos y allí tampoco encontró nada.
Todo seguía sin ser normal y sin saber qué era normal.
Tal vez ella fuese la excepción de la imagen y semejanza de Dios. Alguien jugó con ella y con las demás excepciones que conocía.

La gente le decía y ella no escuchaba nada. Para escuchar algo que no se entiende, ya que no entiende nada, da paso a lo que, al menos, siente:
Nada.