viernes, 18 de noviembre de 2011

Despertares.

-Yo iba a ser alguien. Soñé con un futuro en el cual la soberanía popular se llevaría realmente a cabo. Soñé con poder volar, pues es mi mayor y lejano deseo. Soñé que los estereotipos desaparecían y que jugar con los besos pasaría a ser un deporte oficial de las olimpiadas. Soñé que los ascensores te llevarían a lo más alto sólo apretando el botón. Y sí, me equivoqué, una vez más.
-Yo no iba a ser nadie. Me despertaba cada mañana sin saber si el sol brillaría o no. Había veces que sí, pero en mi interior había oscuridad y yo no lo entendía. Apagaba el despertador, el jodido despertador, y me levantaba. Me levantaba, pero seguía estando en el más profundo de los subsuelos. Comía, comía... Y no quería. Salía a la calle y no volvía hasta la noche. Y así cada día.
El silencio.
-Pues...
El silencio.
Mirándose el uno al otro, apartaban las miradas cuando el otro lo descubría.
El problema era que, entre el vivir y el soñar, había que despertar.