jueves, 28 de julio de 2011

Cambiando.

El local estaba repleto de gente. Yo nunca había estado ahí antes. Era la primera vez y todo era tan desconocido.
Los amigos me esperaban en un rincón mientras yo iba al baño, bueno, mientras lo buscaba.
Una vez ahí, pude peinarme un poco y mojarme la cara. Hacía mucho calor y, como no paraba de saltar y bailar, aún sentía más calor.
De vuelta, me arrepentí de haber elegido ese camino.
Me lo encontré y me sonrió. Le devolví la sonrisa y por una parte, me alegré de haberlo encontrado por ahí. No sabía como no podía haberme planteado esa situación antes, pues, es normal que me lo encuentre ahí, con esos amigos.
Intentó decirme algo, entonces, se acercó a mi oído y me lo dijo "estás muy guapa hoy". Pensé en contestarle y decirle que el también, pero sonreí y le di las gracias. Me preguntó si quería un poco, mostrándome su vaso. "¿Qué tiene?" le pregunté, y me respondió que coca-cola. Le miré con cara de incrédula, pero me prometió que era verdad. Me lo creí, el fumaba, no bebía. Aún así, rechacé la invitación, tenia mi vaso de vodka rojo con redbull en la barra esperándome.
Sonrió y me dijo que ya nos veríamos bailando.
Pasé la noche con los amigos, pero no paraba de pensar en él. Sabía que había un tema pendiente por resolver entre nosotros y me hacía gracia, porque aún así, hacíamos como si nada y eramos buenos amigos.
Me giré un momento porque sentí que me cogían de la mano. Entonces, comprobé que era él.
No quería imaginarme que sería la típica escena de amor desenfrenado americana, no me gusta. Aún así, sonrió y me besó.
"¿Ya era hora no?" Preguntó.
No sabía que responderle. Sí, ya era hora, pero ya podría haber sido antes.
Sonreí de nuevo y le miré. Me encantaba su pelo, sin duda. No por la forma, sino el color. Nunca había visto uno así y natural.
Pensé en sacar un tema, y así hice. Pude desviar su atención un rato para que no me besara, pues aún no estaba segura de querer algo con él. Pero a los minutos volvió a hacerlo y le pegué.
Se quedó perplejo mirándome, sin entender porqué esa había sido mi reacción.
"No quiero que me toques" le dije.
Los dos sabíamos que queríamos, y lo sabíamos desde hacia mucho tiempo, pero, no quería.
Puso su mano en la mejilla y me pidió perdón.
Entonces recordé que, nunca más en la vida, iba a comprar una entrada para una discoteca.