viernes, 2 de julio de 2010

Subidos al escenario, ya nadie podría hacerles bajar. Soñaron con esto bastante tiempo y ahora con el corazón en un puño, mantenían la sonrisa y los ojos aferrados al público escandaloso.
Con un poco de silencio entre la multitud y el ruido, ella afinaba. El corazón a mil podría servir perfectamente como batería. Sol, re, la, mi. Listos.
Los otros, se miraban con inquietud, intentando aparentar tranquilidad.
Los gritos y los aplausos de los espectadores delataban las ansias de empezar con el concierto cuanto antes.
Entonces, él, dando un paso al frente a la vez que las luces caían sobre ellos, empezó. Las pocas palabras sirvieron para enmudecer al público que anteriormente había influido tanto en la aceleración de sus corazones.
Y ella, levantando la cabeza, notando su presencia y la de toda la gente, junto a los otros, empezaron. Sintiendo la adrenalina, comparaba fumar, saltar desde un acantilado o emborracharse a más no poder, con la sensación que recorría su cuerpo. Y en ese momento, cuando cruzó la mirada con alguno del público(no tan alguno, para ella) que ya iba buscando, su corazón encontró la calma. Entonces decidió que nunca más iba a sentirse inferior a alguien, que nunca nadie iba a hacerle daño, siempre y cuando esto permaneciese durante mucho tiempo.


Mi bajo, tan ansiado, va en camino señores, en unas pocas semanas podré disfrutar de él:)