jueves, 1 de julio de 2010

Perdí el punto en que se separaban mar y cielo. Seguía sentada en el banco, viendo la gente pasar. Pensando en general, remarcando a una persona por encima de cualquier pensamiento.
Marlboro en mano, jugaba el humo por mi cuerpo. Ya no recordaba como era aquello.
Volví a pensar en ese entonces. Sentía que le echaba de menos, justo cuando más cerca estaba de su recuerdo. Entonces, recurría más que nunca al humo.
Levanté el culo del banco, y empecé a seguir a los demás, sintiéndome, de nuevo, una mierda más entre todas las otras.