domingo, 10 de enero de 2010

Cuatro paredes rodeándome, cuatro ventanas en el lado largo derecho, una puerta en cada extremo del lado largo izquierdo del aula, dos pizarras verdes en frente, mesas y sillas esparcidas por los pocos metros cuadrados que delimitan las pareces. Gente intentando escuchar, gente pensando en sus cosas, gente apuntando en la libreta, gente con el móvil a escondidas, gente mascando chicle. Cada uno a su royo. Hasta el profesor estará pensando en sus cosas mientras cuenta cosas que quizás a una persona le interese simplemente porque es a lo que se querrá dedicar en un futuro.
Mañana la cárcel nos espera de nuevo, dándonos cobijo durante las seis frías horas de la mañana impidiéndonos volar y metiéndonos ciertas mierdas en la cabeza.
Si por mi fuera, no volvía a estudiar en la vida.