domingo, 31 de mayo de 2015

Realidad

Hoy decidí volver a verla, quedamos para tomar dos latas de cerveza y fumar un par de cigarrillos mal liados. En aquel banco del puerto corría la brisa marina, la humedad erizaba su melena y el olor era fresco y agradable.
Hacía tiempo que no pasaba una tarde así, al llegar a casa concluí que debía hacer eso más a menudo. Tuvimos varias conversaciones interesantes, de vez en cuando algún tema recurrente sin importancia, como las últimas elecciones municipales y autonómicas. Con ella podías hablar de la realidad, de uno y de otro siempre desde la perspectiva del ser, del movimiento de la vida: lineal o circular, de la duda de la verdad y, también, de uno mismo y sus carencias. De este último ella solía evitarlo y yo no pretendía que se tratara, sólo dejaba que la conversación fluyese en cuanto a nuestras necesidades e inquietudes.
Hubo un momento en el que me preguntó por una carencia, me dio pie a que yo pudiera describir la que más quisiera y en seguida lo tenía claro:

Esa media luna de su cara, aquella que ilumina mis noches. Sus manos como olas en mi espalda, el susurro del viento tras de mí. Ese contraste de sus ojos en el que juegan dos colores. Las palabras de terciopelo ocultando sus temores y sus dudas. Ese río que siento en mi pecho cada vez que me sonríe. La felicidad de tenerlo cerca.

Pocas veces ella se quedaba en silencio después de escucharme para reflexionar. Me esperaba una respuesta clara y concisa, pero me dijo: 

Pues lo que es la realidad.