jueves, 18 de octubre de 2012

Raíles.

Dicen que la vida es un tren que tienes que coger. Trenes que pasan y tienes que subirte al tren de la felicidad. ¿Qué clase de comparación es ésta?
La vida no es ningún tren. Los trenes van y vienen, y la vida es permanencia hasta el final.
La vida es la estación y tú no debes subir a ningún tren. El tren es la metáfora de los eventos. El tren para en la estación para traer mercancía o simplemente para que veas pasar ese tren tan bonito. Vienen, van... La locomotora que no permanezca en tu estación no merece estar en ella. Sólo las mercancías o los trenes que permanezcan sí que merecen una atención.
Permanezco en la estación viendo pasar los trenes y sintiendo el tiempo correr. Se me escapa todo de las manos, supongo que no vale la pena. Ni siquiera el tiempo importa lo suficiente, pues el tiempo huye. Tiene miedo de las personas, no quiere mantenerse. El tiempo es un invento y quiere suicidarse.
Yo tengo miedo de que las mercancías que ya hay en mi estación sean sólo paquetes vacíos. No hay muchos paquetes, pero algunos son muy importantes, pues son paquetes de recuerdos. También hay paquetes que no quiero que se vayan. Pero si se van, me olvidaré de ellos como ellos se olvidaron de mi. La melancolía no es lo mío.
Vacío y silencio.
Y estoy aquí sentada, esperando el siguiente tren para que traiga sentimientos que perdí y personas que debo encontrar.