miércoles, 22 de septiembre de 2010

Querido Sebas:
¿Qué tal todo? Supongo que bien, a alguien como tú todo debe irle bien...
Pero esta vez a mi también me van bien las cosas. Ahora todo parece sonreír, al menos lo parece, por eso tengo miedo.
El otro día me acordé de ti. De las primeras conversaciones que tuvimos juntos, cuando tú también me contabas cosas y sentía como te gustaba. ¿Que ha sido de eso Sebastián? Lo echo de menos.
Y también soñé contigo. Bueno, no, realmente, no soñé contigo. Realmente soñé con una pantalla de ordenador y tú estando detrás de ella. Supe enseguida que era un sueño porque me decías que querías llamarme, que querías verme, y al menos, estar conmigo un rato. Que bonito es soñar. Pero no me dolió, en absoluto.
¿Te acuerdas de lo que te conté hace poco? Supongo que sí, no hace mucho que me llamaste(Gracias, por cierto, por preocuparte de mi). Pues todo ha vuelto, mierda por en medio de nosotros otra vez, y Sebas... me jode... No saben lo que he pasado, no saben todo el dolor. Realmente, tú tampoco, porque nunca te lo conté realmente, pero yo sí lo sé, y creo que él tiene una idea. Pero todo duele, y como me conoces, sabes que yo no puedo dejar ese tema de lado, ni puedo hacer nada. ¿Demasiado buena? Quien sabe, quizás sólo una cobarde, pero como los otros.
Pero a parte, todo va siguiendo un buen curso y estoy feliz.
En fin, querido Sebas, espero verte, quizás en dos o tres meses.
Un beso o un abrazo, como prefieras.

Carla.